5 de noviembre de 2012

Eslogan


-          Ya despedimos al responsable.

 Fue la respuesta a la inmediatez de la ira con que se lanzó la pregunta. En el extremo de esa mesa, fuera de si, un anciano trajeado agitaba brazos y peluquín.

-          ¿Un solo responsable? Explíquenme cómo pierdo a mi jefe de marketing, al asistente de recursos humanos, a las nalgas de la recepcionista –por favor, esas nalgas-, al responsable de las cuentas de Inglaterra y hasta al imbécil del mantenimiento, en un solo día ¡Cómo!

Ese silencio de pira funeraria, ese al que hay que carraspear para saber si es real, siguió a la diatriba del anciano. El de la primera intervención respetó la norma y carraspeó. Con la mano izquierda se palpó, encontrando todas sus partes en su sitio para hablar. Con la mano derecha por debajo de la mesa, repitió:

-          Despedimos a una persona hoy, al responsable de esta estampida…

-          ¡El de mantenimiento renunció! - siguió el anciano, ajeno a su ejecutivo -  Pero si a ese le debía dar yo una patada en el culo ¡Cómo se atreve!

 El interlocutor tomó aire y prosiguió, con su brazo derecho muy tenso.

-          … es el publicista. La última campaña de píldoras para dormir empapela los alrededores. No fuimos los únicos afectados.

El anciano tragó saliva, se le notó la nuez cubierta de pliegues, se detuvo a escuchar y respirar. El ejecutivo concluyó:

-          Al parecer, el eslogan de “Lucha por ese sueño perdido” fue nefasto.
 

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