9 de octubre de 2012

Los hombres que no amaban a las mujeres (ejercicio)


Era la humedad que garabateaba caprichos en la pintura de las paredes. Era la luz fluorescente de tres focos (uno de ellos cuya luz temblaba). Era el círculo de hombres en silencio, sentados en sillas plegables a punto de desvencijarse por el peso de algunos y el tic nervioso de las piernas de otros. Era el cartel de “Grupo Solidario: Bienvenidos”, que colgaba del techo en vertical, habiéndose soltado las chinchetas de uno de sus extremos, como un suicida. Era la conjunción planetaria que necesitaron para describirla.

“Era pelirroja”, dijo uno. “Bebía ginebra, como un marinero”, agregó el que nunca había hablado. “Tenía cuatro lunares haciendo una cruz, en su hombro izquierdo”, reveló el último. Y la luz temblorosa se apagó al fin.

Era Ella, no había lugar a dudas.

Era el descubrimiento pasmoso de que todos los presentes (altos y bajitos, morenos y rubios, ricos y pobres, flacos y gordos, pedantes y fracasados) habían amado a la misma mujer que los castró.
 
P.D: disculpen el arrebato de publicar un ejercicio. Estoy tratando de machacar al microrrelato en un taller y me pone eufórica ver que vuelvo a escribir... y en un género que siempre me causó fobia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final le cogerás el gustillo a los microrrelatos :)

A mí me fascina su poder narrativo. Y sin duda es donde mejor me siento.


Un abrazo compañera de curso,

Nicolás A.