12 de octubre de 2012

Barbazul

No pude evitar la sospecha. Sin motivo aparente, quería mi amistad más que nada en este mundo. Se esforzó en agradarme. Casi lo consigue un par de veces, en el fondo de mi existe algo de compasión. Pero tantas visitas cuando caía enfermo, atenciones en fechas que ella creyó importante para mí, como el aniversario de la muerte de mis padres, y tanta dedicación generosa, terminaron por incomodarme como casi siempre me sucede. De la sospecha al hastío, el mismo camino: le rompí el cuello y me deshice de otro bonito cadáver.

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