3 de septiembre de 2014

Épica de los pequeños

El testimonio de Rocío Salas, la pequeña heroína que corrió lo mismo que un atleta de Maratón para salvar su barrio de las llamas. Una grande en pequeño formato. Cuidado con ella, señores peces gordos...

http://k4rim.com/c/la-maraton-de-rocio/


16 de junio de 2014

Otra mudanza. Otros incendios

Tengo con las mudanzas una relación de amor y odio. Como en casi toda mi vida tuve que mudarme sola, la organización de cosas y cajas me parecía odiosa, pesada y confusa. Perdí muchas cosas valiosas. Se suelen perder cosas valiosas en una mudanza, nunca la caja de imperdibles que no sabes por qué llevan en tus cajones desde tiempos difusos. Pero, a la vez, limpiaba de acumulables inútiles mis espaldas. Una se cree eso de que las cosas tienen energía al sentirse muy liviana luego de dejar en el contenedor de basura postales de amores y aventuras pasadas.
Todo este rollo para avisar que el contenido de este blog se muda, en lo posible de manera ordenada, al sitio: www.juegodesombras.com
Paciencia conmigo, no tengo paciencia para ordenar...

5 de mayo de 2014

El invisible

Existe en Resistencia un invisible. Su cuerpo consta de una parte llamada disco (parte solidaria, buen nombre) y una parte llamada pastilla (superficies de fricción). Todo él empieza en un pedal o en un manillar que lo acciona, según el vehículo que lo utilice, y termina en una cantidad de calor que expulsa el vehículo al final de la maniobra. Este artilugio, prácticamente desconocido en Resistencia por los conductores, tiene un nombre que nombra todo el proceso. Estoy hablando del freno, ese gran desconocido.
Y digo desconocido porque al parecer nadie sabe que está ahí, que funciona, que se utiliza cuando, por ejemplo, la luz del semáforo pasa de verde a amarillo. Por el contrario, quisiera creer que en una confusión de pedales y manillares, cuando se avista la luz del cambio todos aceleran, ignorando al freno, al tiempo que tarda la luz en ponerse en verde y, peor aún, ignorando el tiempo que les tomará frenar en caso de emergencia.
Porque mientras los que vienen de la luz verde al amarillo aceleran, los que esperan del rojo al amarillo... también aceleran. Y los números no dan:
El que cruza a 30 km por hora (si viene acelerando, supera esa velocidad) tiene sólo 5 metros para frenar. Si se cruza a 60 km por hora, tiene 15 metros. Y así, exponencialmente. Quienes aceleran, de un lado y del otro, ignoran el freno y esos números de posibilidades de cruzar sin llevarse a otro vehículo por delante.
El freno, ese desconocido, existe porque existe la luz amarilla. Existe porque existen las esquinas, los animales sueltos, los vientos que tiran un árbol en mitad de la calle, la rueda que se pincha en el peor momento, la botella de agua fría que se te vuelca encima, el termo del agua caliente que hace otro tanto. Pero, sobre todas las cosas, el freno existe porque existe el otro. Ese que se ignora hasta que, en un toque, se descubre que estaba ahí, que sus huesos se rompen, que sus órganos se licuan, que duele.

1 de mayo de 2014

Hijo único

Nachito era infalible pronosticándome un embarazo. No sabía hablar y me avisaba de mi estado dándome patadas y puñetazos en la barriga. Lástima que ningún embarazo llegara a término.

29 de abril de 2014

Resistir

En esta parte del mundo existe una ciudad llamada Resistencia en la que al día le quedan unos pocos minutos. Otro día en el que sobrevivimos de milagro. No exagero.
Vivir en Resistencia es sobrevivir y reponerse a la diaria lucha a brazo partido contra fuerzas de la naturaleza (ya mencionadas en otro artículo de este blog). Se nace y se muere a diario en esta ciudad, la ciudad de las mil vidas. Tantas vidas como puedas soportar.
Es un asalto por hora contra enjambres de abejas, cucarachas de todos los tamaños, pájaros con púas en sus alas (y muy agresivos!), calor, humedad, perros sueltos (con púas en sus garras, también), coches sueltos que no necesitan púas para abrirte las tripas, choferes de autobuses que no pasarían un test psiquiátrico, accidentes de moteros sin casco, ambulancias que no existen ni para la foto, tachos de basura para reciclar: donde va el vidrio encontrás el plástico, donde va el cartón hay cigarrilos encendidos, donde va el plástico hay bombas Molotov sin explotar.
Y mucha resignación para quienes nunca han visto qué hay después del límite municipal.

28 de abril de 2014

Kitsch

Tal vez sea la traducción pero no me ha gustado nada. Buenos, puede ser la traducción. Es que tiene que ser muy precisa, no cualquiera puede traducir poesía, y menos a Whitman. Ya, es que me parece que tiene muchos lugares comunes ¿Lugares comunes? Epa, esto no es un poeta de la Nueva Era como Coelho, abre la ventana por favor, esto es un poeta del s.IXX! Fíjate que habla de átomos, de atmósfera, de progreso, de sexo, de unidad. Casi parece el subconciente colectivo de Jung. No sé, voy a buscar entonces otra traducción. Este tipo era un adelantado, no un Pérez-Reverte. ¡Eh! ¡Pues a mí me gusta más en todo caso Pérez-Reverte! Por favor, jooo, es pésimo. Se curra mucho las novelas. Y por algo fué nombrado académico. Es pésimo, no puedo leerlo. A mí no me interesa que sea nombrado caballero de la corte si quiere, escribe mal. Joder, ¿Y todos los libros que vende? Pues yo me pondría a vender hamburguesas en la calle y después de vender un millón me darían la placa de la mejor carne. Que venda mucho no me interesa si no puedo digerir siquiera un primer párrafo. Es que ustedes dos creen en el cliché del escritor que es genial y muere pobre, como ese Whitman. ¡Ehhh, alto ahí,! No, creemos en el escritor que escriba bien y cuente algo bien y punto. Lo que escriba tiene que ser muy bueno, dejarte algo. Y dale… lo trascendente en el arte, buf. Además, Vargas Llosa es un capullo millonario pero escribe de puta madre. Y Gabriel García Márquez también, pero no es un capullo. Es que Pérez-Reverte engancha con sus detalles. Sólo rellena su pésima prosa. Eso de que enganche.  American Psico me enganchó. Que enferma, pero en sí el libro es olvidable, muy malo. Es que es como en el cine, está “El Código Da Vinci” que engancha y entretiene, y está pues, que se yo, “Amelie”, que es una obra a la cual siempre queremos regresar. A mí me pareció muy bueno “El Código…”. Yo no lo leí. Ni lo hagas, mejor lee “El Péndulo de Foucault”, de Umberto Eco. Eso. Es que “El Péndulo”es difícil, es muy complicado de leer. Pero es una obra maestra. Lo bueno es complicado. Por eso están las obras maestras de los escritores buenos y la adaptación “light”, para los perezozos, de esas mismas obras maestras, como lo que hizo el tío ese de “El Código…”, que ni sé como se llama. Bueno, pero por ejemplo, a mí me fascina “Dirty dancing” ¡Joder! Y también “Star Wars”, ¿y por ser cine comercial no es bueno? Una cosa es buen entretenimiento, otra es buen arte. Jo, es que “Star Wars” es filosofía. No me jodas. Y la primera trilogía estuvo muy bien hecha. Eso fueron los ochenta. Engancha. Por cierto, el otro día ví a Cortázar. En el anuncio ése del reloj… ¡Ah! ¡Que susto! Pensé que lo habías visto en persona. Yo también. Y yo!, cuando dijiste “Ví a Cortázar”. No era Cortázar, era Elvis. Te tengo que hacer escuchar, tengo otro cd, no éste, con sus relatos cortos. Hacele escuchar el reloj, pero completo. Alguna vez tenemos que ser objetivos con nuestros autores contemporáneos, seguro que en el pasado se despreció a los buenos escritores para aplaudir a los malos. Es que en todas las épocas se leyó y aplaudió a los Pérez-Reverte, por eso los buenos morían pobres. Joder, tías, como se ponen con Alatriste. Volvamos a “Star Wars”, hay un sitio muy chulo en Chueca llamado “Luc, Soy Tu Padre” ¿Ah, si? Que nombre chulo tiene. Ya por el nombre empezamos bien. Lo conozco, tenemos que ir alguna noche. Vale, pero vestidas de la princesa Leia, bien frikis de los ochenta ¿Y si vamos a un karaoke? ¡Eso! ¡Podemos probar también con un bingo! En el bingo te dan de cenar gratis ¿De verdad? Ya sé, nos vestimos de frikis, vamos al bingo a cenar con las viejitas, vamos al karaoke, siempre hay en el karaoke una mujer excedida de peso enfundada en un traje de lentejuelas rojas cantándole a su amor perdido, joder qué Almodovariano. Te acabas de inventar el término. Bueno, callar, pues luego del karaoke terminamos en “Luc, Soy Tu Padre”. ¿Puedo ir como Uma Thurman en “Pulp Fiction”? Eso ya es de los noventa. Pero es friki igual. Eso no es un friki. Bueno, pueden ser disfraces y listo. Vale, pero no esta semana sino la que viene, que me voy a Asturias. Yo conozco un bingo. ¿Puedo ir con la cámara? Claro. Pero tenemos que empezar la noche en el bingo. ¿Por qué esa fijación? No es una fijación, es cuestión de estilo: empezar con lo más kitsch te quita toda el pudor de entrada. Me voy, tengo entradas para los Scissor Sisters. ¡Que chulo! Tengo ya preparada mi boa de plumas fucsias. Me voy, se me hace tarde. Vale, nos vemos en dos semanas. Hecho.

26 de abril de 2014

Lujo

Esa tía es una prosti de lujo, fué su comentario de presentación. Y dejaba escapar su admiración por las barandillas de sus pestañas. Miré a la morenaza, colombiana, que se alejaba de nosotros envuelta en perfume, joyas, tacones para subirse al taxi que se la llevó de la avenida.
.Se va un fin de semana a Mónaco, a ver en primera fila el premio de la fórmula uno. ¿Y que tiene que hacer a cambio? Pues chupársela al viejo que le pagará los 3.000 euros por los dos días de su compañía…No pongas esa cara, seguro que te gustaría que te paguen eso por una mamada.

Pues no, fíjate ¿Ah, no? No. ¿Segura? Segura ¿Tres mil euros por pasar un fin de semana en un hotel de lujo? No ¿Viendo la Fórmula Uno de cerca? No ¿En Mónaco? No ¿Por qué no? Porque no se la chuparía a ningún viejo por 3.000 euros, no me acuesto contigo por un trago. Venga ya…¿No lo harías por ese dinero? ¿Que sería mejor? No lo haría por ese dinero ni por nada. No podrías mejorar esa oferta Porque lo mejor sería ser yo la persona capaz de pagarse un hotel, un puesto en primera fila para ver la fórmula uno en Mónaco y el escort de 20 añitos, bronceado y que me la chupe por 3.000 euros.

¿Ves? Puedo mejorarlo.

Blogs

No sé quién será, pero un nuevo seguidor en otro blog que solía tener me recordó que dejé huérfano un blog en wordpress. Algunas cosas de esa época me parecen rescatables. Las iré colando en este blog que, aunque no sea para alabar, es el que llevo con más constancia.

¡Bisturí!

Nunca te enamores de un gordo, querida.
Atenta al detalle, estoy diciendo que nunca te ‘enamores’ de un excedido de peso. Puedes, si lo deseas, acostarte con él y follar hasta que no puedas sentarte. O puedes invitarlo a un chino, que eso le encantará seguro y podrás sentirte que eres un pajarillo comiendo, llenándote la boca de grasa del pato con bambú.  Es un verdadero placer comer con alguien que disfruta realmente de una buena mesa. Pero no te enamores.
Enamorarse de un obeso (atenta, también estoy diciendo ‘obeso’, no ‘gordito’, ‘cachetón’, ni ninguno de esos motes, me refiero a un rebosante de papada como Buda) es para sufrir. Ya puedes adorarlo, anticiparte a sus deseos y hasta lamer el suelo por donde camina. Ese gordo no creerá jamás en tus sentimientos. Obvio, piensa que cada mañana luego de ducharse, ese gordo que te vuelve loca no es capaz de aclarar el espejo empañado, porque no puede ver su propio cuerpo reflejado, porque no puede observar sus tetillas caídas, porque no puede verse el sexo, empobrecido y afixiado debajo de su barriga. Piensa que ese gordo ha hecho una larga carrera de la burla: aprendiendo a burlarse de sí mismo, antes que lo hagan los demás. Ha aprendido a detestarse, antes que los demás. Ha expresado todo su asco, antes que los demás.
Y ahora vienes tú, linda, ¿y le quieres hacer borrar con el codo lo escrito con su regordeta manito? ¿Quieres hacerle ver lo inteligente, divertido, espiritual o profundo que te parece? Seguro te divierte su humor ácido y hasta encuentras sexys las cascadas de su cuello. Pues quítate esas románticas ideas de la cabeza, porque en cuanto te quedes babeando delante de esos avisos de Hugo Boss, ese gordo que va a tu lado confirmará que tú no lo quieres y no lo has querido nunca. Y encontrará un millón de otras razones rastreras para explicar tu presencia en tantas cenas en los chinos.
Mi consejo es que pases de él. Sin anestesia. No, no te empeñes en cambiar nada, porque no tiene arreglo. Un hombre cualquiera tiene muchas maneras de romperte el corazón, pero un hombre feo tiene la peor de todas: te convierte en su propia fealdad. Al menos uno guapo te deja bellos recuerdos cargados de su presencia. Al final dirás. ‘joder, que bueno estaba…’
Uno normalito te deja tardes pacíficas y bromas cursis. Podrás reírte y decir: ‘lo que me he reído con fulano…’
Pero uno feo sólo puede dejarte heridas. Y el amargo comentario: ‘yo lo quería, y él nunca me creyó…’
Haz algo mejor con tu tiempo. Cómprate zapatos de tacón, depílate, maquíllate a tu gusto (cosa que no podrás hacer junto a un gordo, no les gusta que vayas muy guapa), usa minifalda y enróllate con ese tonto tan guapo que te encuentras siempre en el metro.
De nada, guapa.